Page 18 - Revista Brote - Noviembre 2016
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ERATURA CREATIVA
Cuando una sobrina te amasa un pan
Agarrá este, el de la montañita con aceituna y orégano. Domingo
al sol, una copa de vino en la mano. Comelo, ya no está tan caliente.
Mientras lo muerdo humeante, exagero gestos y emito frases
histriónicas acerca de la delicia que estoy masticando. Su carita me
observa fijamente con una mueca de deber cumplido que le deja
entrever una parte de sus paletas. Sostiene el plato con los otros
panes para repartirlos de a uno y así no perderse la primera mordida
de cada comensal.
El patio donde había crecido es ahora el patio donde ella crece.
De a ratos el sol se corre y traslado la silla cada vez más atrás. Quedo
fuera de la ronda como espectadora iluminada. No te vayas lejos de
acá. Estoy acá, Luna. Ahí no es acá.
Con 4 años amasa pan y me da cátedra de deícticos. Deícticos que
entendí recién en la universidad, con veintilargos gracias a Kuguel.
Ahí no es acá, me dijo. Y tenía razón.
Me había ido. Había querido dar una vuelta por mi infancia.
María había sido feliz ahí. El patio dividido en dos. La luz del pasado
suena cual sirenas como si fuese mejor albergue que la sombra
que sobreviene inexorablemente. Últimamente me pierdo de las
primeras mordidas de todo y no disfruto del deber cumplido como
ella, porque no me banco que se enfríe. En vez de esperar, me voy.
Me pierdo volátil en la acción mecánica del movimiento diario del
sol. Desaprovecho la sombra que acontece. Olvido que puede tener
sabor a pan recién horneado. Y me voy corriendo la silla. Y me
quedo fuera de la ronda. Y me creo que sigo acá. Pero ahí no es acá.
No te vayas lejos de acá. ¿Qué querés inventar María?
MARIA CONSTANZA
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Cuando una sobrina te amasa un pan
Agarrá este, el de la montañita con aceituna y orégano. Domingo
al sol, una copa de vino en la mano. Comelo, ya no está tan caliente.
Mientras lo muerdo humeante, exagero gestos y emito frases
histriónicas acerca de la delicia que estoy masticando. Su carita me
observa fijamente con una mueca de deber cumplido que le deja
entrever una parte de sus paletas. Sostiene el plato con los otros
panes para repartirlos de a uno y así no perderse la primera mordida
de cada comensal.
El patio donde había crecido es ahora el patio donde ella crece.
De a ratos el sol se corre y traslado la silla cada vez más atrás. Quedo
fuera de la ronda como espectadora iluminada. No te vayas lejos de
acá. Estoy acá, Luna. Ahí no es acá.
Con 4 años amasa pan y me da cátedra de deícticos. Deícticos que
entendí recién en la universidad, con veintilargos gracias a Kuguel.
Ahí no es acá, me dijo. Y tenía razón.
Me había ido. Había querido dar una vuelta por mi infancia.
María había sido feliz ahí. El patio dividido en dos. La luz del pasado
suena cual sirenas como si fuese mejor albergue que la sombra
que sobreviene inexorablemente. Últimamente me pierdo de las
primeras mordidas de todo y no disfruto del deber cumplido como
ella, porque no me banco que se enfríe. En vez de esperar, me voy.
Me pierdo volátil en la acción mecánica del movimiento diario del
sol. Desaprovecho la sombra que acontece. Olvido que puede tener
sabor a pan recién horneado. Y me voy corriendo la silla. Y me
quedo fuera de la ronda. Y me creo que sigo acá. Pero ahí no es acá.
No te vayas lejos de acá. ¿Qué querés inventar María?
MARIA CONSTANZA
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