Page 13 - Revista Brote - Junio 2016

ARTES AUDIOVLIiSteUrAatLuErSa
se vincula ahora con los íconos de Youtube que
pertenecen a la generación anterior. ¿Por qué ocurre,
entonces, ésta compenetración? Por un lado, es claro,
los youtubers se apoderaron del espacio vacío que dejó
la televisión, y lograron acercarse al público huérfano
dando sus opiniones respecto de temas de la actualidad
y exponiéndose frente a desconocidos a través de
una cámara o, dicho en forma simple, hablando su
mismo lenguaje. Ésta última frase parece ser una
simple expresión sin contenido pero resulta que, si
la desmembramos, nos metemos en lo que “hablar el
mismo lenguaje que un público adolescente” conlleva,
y encontramos un elemento crucial para entender ésta
afinidad: El síndrome de Peter Pan o la adolescencia
extendida.
Este fenómeno tiene que ver con la noción de
autonomía, por lo general financiera, que los jóvenes
(por cuestiones personales o económicas propias
de su entorno) deciden posponer hasta entrados
los treinta años de edad. Sin embargo, y si bien la
independencia monetaria es el factor fundamental, el
síndrome de Peter Pan también se ve reflejado en otros
comportamientos considerados “juveniles” que son los
que me sirven de pilar para explicar esta empatía entre
el mediasta y su público teen. La compañía de seguros
Beagle Street realizó una especie de top ten de las causas
por las cuales la mayoría de los chicos mayores de
18 años no se sienten adultos y (en nada más y nada
menos que) el puesto número 3 estaba el disfrute de
los videojuegos1 (pasión que estos ídolos juveniles han
sabido explotar) y un poco más abajo, el disfrute de las
películas de dibujos animados (sí, ya sé, hablé mucho
de las pelis de Disney, no voy a volver con eso, tranqui).
La identificación entre el youtuber y su audiencia –por
lo menos en términos comunicativos- va más allá de
cuestiones técnicas como la generacional, puesto que
desde hace tiempo la mayoría de edad no es sinónimo
de adultez.
Por otro lado, en la otra punta de la mesa, Carolina
Duek en “¿Todos podemos ser ElRubius? Los youtubers
en el Club Media fest”, afirma que la idea de “celebridad”
en general (usada en este artículo de modo particular
hacia los mediastas) ha sido asociada históricamente
no sólo a operaciones de identificación –como las del
párrafo anterior-, sino también de distancia, en palabras
de la propia autora “el que está en la pantalla es todo lo
que yo no seré pero le pasan las mismas cosas que a
mí”. Esta articulación entre distancia espacial y cercanía
por afinidad, desarrolla Duek, se encuentra construida
además por la posibilidad de acceder a los contenidos
de manera “gratuita, cotidiana, individual y portable”
(siempre que se tenga acceso a internet).
1 ¿Qué tan genial sería un artículo sobre por qué se asocian a los 2 Tanto para la audiencia como para él (¡Wow! Tanto laburo y no se los
videojuegos con los jóvenes, y por qué eso los desprestigia?
No es extraño leer en distintos portales web las
opiniones de diversos intelectuales o periodistas que
califican los productos generados por estos individuos
como, en palabras más, palabras menos: insulsos, o de
poca calidad; algo que Carolina Duek cataloga como
una especie de “tentación generacional e ideológica a
desacreditar los vídeos por su contenido”. La cuestión
que falta discernir y que no parecen querer poner
a discusión son los márgenes que el youtuber debe
“respetar”. El éxito mundial y la fidelidad de su público
adolescente (de los que dependen aquellos que viven de la
plataforma web) también los condiciona. Su creatividad
y la posibilidad de generar contenido “novedoso” se
ve limitada por la reacción de su audiencia, vale decir
“aquello que el público desea ver”, tal como ocurre en
la televisión. Volvemos así, mis hermosos lectores, al
círculo vicioso: El adolescente consume contenidos
determinados porque es lo que ofrecen los youtubers
y el youtuber genera productos específicos porque es la
demanda de su audiencia. Eso sí, no por eso hay que
dejar pasar que el nuevo ídolo teen además persigue
divertirse con lo que hace y facilitarle una audiencia
receptiva a aquellos productos que eligen publicitarse
en su espacio.
Ahora bien, dentro de esta idea prejuiciosa de la falta
de contenido en los videos tampoco parece considerarse
el trabajo detrás de los productos audiovisuales. Varios
youtubers ya han proclamado en distintas entrevistas
las extensas jornadas dedicadas a realizar el material:
planificación del vídeo, escritura del guión (podrá ser
en algunos casos mínimo, pero lo hay), labores de pre-
producción, grabación y edición, entre otras cuestiones
que desconozco, todo en pos de obtener los resultados
esperados2. Dicho todo esto, entramos aquí en un
campo de lo más interesante y es que, incluso con todo
este trabajo previo, el espectador visualiza un estilo
aparentemente improvisado o sin labor alguna. Ésta
especie de “aura” de que es algo que “todos podríamos
hacer” refuerza potentemente el vínculo entre el
mediasta y su público, que logra identificarse –ya
claramente- con los productos de su ídolo. El Youtuber
se transforma entonces en un comunicador, es la
representación de un nuevo modelo de producción,
distribución y consumo de contenidos, llevándolos del
creador a la audiencia sin intermediarios.
La cuestión de los Youtubers y sus productos está
todavía lejos de ser totalmente estudiada y entendida
–porque obvio que mi artículo no va a echar luz en el
asunto-, el problema principal radica en los prejuicios
que puede despertar el estudio de los mismos en
la mayoría de los investigadores audiovisuales por
considerarlos de calidad inferior. Pero claro, debemos
admitir, no serían un fenómeno sino aportaran algo
nuevo.
considera adultos…)
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